Un año más, ya estamos Aquí

Un año más y cada año más rápido, llegan las Fiestas de Navidad. Una alegría para muchos, un pesar para unos cuantos y para todos kilos de más (que luego quieres perder) y miles de menos (que luego debes recuperar)

Niebla Cotos-10-01-16-23No son mis vacaciones favoritas, aunque reconozco que lo de vernos con la familia, amigos y compañeros de trabajo con un buen mantel delante y una copa después en la mano siempre me ha hecho especial ilusión. Soy un comedor y bebedor social, me encantan las de Navidad, aquí nadie tiene excusa. Este año no va a ser menos, pero cada vez me gustan menos las multitudinarias y más las recogiditas, las de grupo de confianza cercano.

Es además muy sano disfrutar de un corte en el año, de una semana de vacaciones sin demasiados agobios de teléfono y correo. Se trata de una semana en la que todos damos por hecho que no hay que molestar, ya sea la de Navidad o la de Reyes, aunque veremos este año qué tal se portan los ingleses, ya han intentado cerrarme reuniones en Londres el día 5, bárbaros…

Está claro además que el aliciente de las Navidades ahora es otro, es ver disfrutar a las peques con todos los  detalles de estas Fiestas, lo viven con tal ilusión que merece con creces cualquier esfuerzo que hagamos y no solo me refiero al económico. Las reuniones familiares les encantan, son las reinas de la casa, lo de poner el árbol y el Belén, colgar a Santa Claus de la ventana, con mucho cuidado de que ellas no le sigan, encender todos los días las luces y escribir y dibujar miles de cartas de los Reyes Magos, ya sea sobre papel o señalando los anuncios de la tele ylos catálogos de los grandes almacenes ¿Quién no ha hecho carreras con sus hermanos para ver quién decía más rápido el “me lo pido” viendo anuncios? Para luego descubrir que lo que te habías pedido era una muñeca pepona que meaba y lloraba el biberón, quizás por eso ahora tenga dos... me lo merezco por abusón.

Me hace gracia que todo el mundo miente diciendo que es estresante lo de comprar regalos y que no les hace gracia que se los den. Puede serlo si no le dedicas tiempo, pero yo soy y creo que en general así sucede, de los que prefieren comprar a que les compren, me hace muchísima ilusión comprar detalles y ver la cara del regalado cuando abre el paquete desastroso que le doy, lo de envolver es una técnica que no mejoro con los años, por mucho que digan las que te envuelven los paquetes en la tienda que es ponerse, claro después de 1000 al día todo es ponerse. Si yo escribiera 1000 posts al día estoy seguro que terminaba con varios Premios Planeta, o no, que para eso necesitas un don, ¿no?

Este año le voy a pedir a los Reyes algo singular, me gustaría un curso de escribir, llevo muchos años enfrentándome al problema de la página en blanco, tema que, por cierto, comento mucho últimamente con amigos, pero me gustaría que fuera más en serio, con todas las de la Ley.

Siempre he dicho y también pensado que lo mío no es la imaginación, me fascinan las ideas que se les ocurren a los publicistas, a la gente de Marketing y a los escritores, debe ser orgásmico parir una de esas ideas. Mi falta de imaginación la achaco a la vergüenza, pero de eso hablamos otro día.

Si conoces algún curso de escritura y además conoces a alguno de mis Reyes Magos no dudes en decírselo, creo que están devanándose los sesos buscándome uno de esos caprichos que, según ellos, no me quedan.

Aunque la Navidad solo sea una buena excusa para que los niños se porten mejor de lo habitual bienvenida sea, la cruel amenaza de los Reyes Magos que lo ven y saben todo es la que mejor funciona del año.

Miedo a la enfermedad

No es miedo, en realidad es terror, pero no a la enfermedad personal, por lo menos esto no me da tiempo a pensarlo, es a la enfermedad ajena.

Estos días y por razones que no tengo ganas de compartir por ahora, he tenido que lidiar con hospitales, enfermos y posibles e inciertos pronósticos y como en otras ocasiones me he bloqueado, he hecho todo lo posible por borrarme del mapa, termino no reconociéndome a mí mismo capeando la situación.

No me hace falta el propósito de enmienda, ya reconozco de ante mano que es un acto de puro egoísmo y me siento fatal por que sea así. Una persona muy cercana siempre me dice que el problema viene de haber estudiado en un colegio de curas, éstos consiguen que tu conciencia no te dé tregua, que se te aparezca bien iluminada y deslumbrante a la hora de apagar la luz de la mesilla y que limite tus horas de sueño. En muchos casos creo que es algo positivo, pero ¿y lo bien que duermen los del colegio de enfrente?

Ya me ha pasado en otras ocasiones, me quito literalmente de en medio, miro para otro lado y me vuelvo esquivo. Es una sensación muy extraña, de bloqueo, no consigo ni argumentarme ni comprenderme a mí mismo.

Conseguí superarlo, solo en cierta medida, cuando un familiar muy cercano enfermó y falleció y mi ausencia mental terminó explotando en el tanatorio, donde por primera vez en muchos, tantos años que no lo recuerdo, rompí a llorar de pura impotencia.

Creo no estar preparado para los años que se me acercan lentamente, buscaré ayuda donde hasta ahora no la he encontrado y por ser justos ni intentado.

Y tampoco creo estar preparado para recibir comentarios a esta entrada… comenta en la siguiente, que será, sin duda, más feliz.

El placer rutinario de viajar

El otro día viendo la película de Up in the Air, junto a alguna conversación con amigos se me ocurrió escribir esta entrada.

En muy pocas cosas me parezco a George Clooney en la peli, lo sé no lo digas, tampoco en la forma de viajar, yo voy y vengo en el día y él pasaba fuera de casa meses enteros. El vivía más tiempo en los hoteles que en casa, yo prefiero pegarme el madrugón y la paliza para dormir con mis niñas y mi mujer en casita, con mi almohada, mi sofá, mi mando de la tele y mi nevera.

En lo que sí nos asemejamos es en la manera de actuar en los aeropuertos, sabe más el diablo por viejo que por diablo, frase que aquí aplica perfectamente. Buscamos la máxima eficiencia en las tareas cotidianas del aeropuerto, hacemos lo imposible para sufrir lo menos posibles las penurias que nos hacen pasar en cada uno de ellos, buscamos trucos para evitar largas colas, apuntamos y conocemos datos que el resto de los viajeros no conocen.

Me hizo gracia sobre todo el momento en el que pasa el control de seguridad, sabe dónde y detrás de quién colocarse para no estar más tiempo del necesario tras el arco. Deja meticulosamente las cosas en la bandeja, todo de una manera muy automatizada para perder el menor tiempo posible.

Cuando llego a la zona de seguridad de un aeropuerto y me encuentro con un viaje del IMSERSO o con un grupo de teenagers antes de mi en la cola me echo a llorar, sé que me va a tocar esperar, con las bandejas en brazos un largo rato, pesan, hazme caso. Me hace mucha gracia cómo las señoras mayores pasan el arco de seguridad, sin quitarse ni un solo abalorio levantando los brazo como si las estuvieran encañonando los de seguridad. Siempre pitan, siempre, siempre, siempre. Como vayas detrás de un grupo de 10 – 12 tienes muchas posibilidades de perder el avión. Con los teenagers es más fácil, te cuelas y punto, le echas un poco de cara, pones semblante serio y no te prestan demasiada atención, si dicen algo les miras con cara de malas pulgas y se acabó el problema. Si no consigues adelantarles su exceso de hormonas, su curiosidad y ese afán de hacerse los chulitos en todo momento hará que te retrases y te cabrees mucho más que con el grupo anterior, que al fin y al cabo son más lentos por naturaleza. Lo que es imposible es colarse al grupo del IMSERSO, yo por lo menos no tengo bemoles.

En la terminal 4 de Madrid, por ejemplo, cuando me encuentro en una situación de este tipo y voy con el tiempo pegado sé que le puedes echar cara y entrar por la seguridad del puente aéreo, si no hay demasiado lío nunca dicen nada, si lo hay es más fácil convencer al guarda de seguridad de que pierdes el avión que a los ancianos o a los de los cara paella (yo la he tenido). Ni se te ocurra intentarlo de vaqueros, así ni con tarjeta platino. Este “atajo” más vale un café la próxima vez que me veas, te salva de un apuro en muchas ocasiones. He escrito a Iberia varias veces para intentar que uno de los beneficios de la tarjeta Iberia Plus sea poder tener un control de seguridad más exclusivo. Si hacen esto que se metan la sala VIP donde les plazca.

Sabemos todo tipo de trucos, atajos que nos hacen más cómodos los viajes, que hacen que consigamos disfrutar más de los mismos. Yo por ejemplo guardo teléfonos de taxistas de toda la geografía, nunca está de más conocerles, te pueden evitar un retraso importante, si te caen bien te amenizan el viaje y no te la juegas con cualquiera. Esto que puede parecer una tontería es de las cosas que más cuido, de las que más importantes me parecen. En el aeropuerto de San Sebastián, como te tomes un café pierdes los pocos taxis que hay y te tocará esperar más de media hora con suerte, hasta que vuelvan los que se han ido. No te cuento en el aeropuerto de Granada, lo mejor que puedes hacer nada más aterrizar allí es correr para pillar uno.

También es importante si el recorrido es largo, de Antequera a Ronda es casi una hora, como te toque un pesado date por jodido, le vas a aguantar una hora, como huela mal llegas mareado, como no haya no llegas a Ronda. Me ha pasado incluso que no saben ir y das más vueltas que tu con el Tom Tom y un coche de alquiler. También saber si puedes o no pagar con tarjeta. Así que reúne unos cuantos teléfonos de cada sitio y te ahorras muchos problemas. Ellos además te lo agradecen un montón e incluso muchos te hacen descuento. Lo último que he hecho es contratar a uno por Internet a TaxiOviedo, un tío genial, muy interesante, pero eso será parte de otra entrada.

Otras de mis pasiones cuando viajo son los restaurantes y cafeterías. me encanta conocer donde comer en un viaje, dónde degustar la mejor fabada en Asturias o el mejor pescado al horno en San Sebastián, el pescadito en Almería y luego documentarlo de alguna manera: redes sociales al poder. Me encanta saber en qué aeropuerto se puede comer si vas con prisa y donde ni lo puedes intentar. Por ejemplo, en el de Bilbao se come bien pero es carete, en el de San Sebastián se pincha genial, pero además tienen un menú delicioso y muy asequible, a la camarera te la tienes que ganar, pero una vez conseguida te tratará como tu abuela. No recuerdo haber comido tan mal como en el aeropuerto de Almería, pero a 2km tienes La Barraquilla en mitad de la playa. En muchos como en el Granada o en el de Santander no tienes más que un self-service donde yo recomiendo coger un sándwich o jugándotela un poco un bocadillo de tortilla de patata con una lata de cerveza.

Otro punto interesante y que intento siempre tener en cuenta es el sitio donde sentarse en el avión, cuanto más delante mejor, siempre hay más espacio para las piernas en las primeras filas, la cortinilla de Business la mueven en función de lo contratado y esto lo siguen respetando.

Por otro lado, si viajas temprano al norte siempre lado derecho del avión y ventanilla, verás unos amaneceres espectaculares. Hacia el sur a la izquierda. El aterrizaje en San Sebastián es de las cosas más bonitas que he visto en mi vida, lo mismo en el de Asturias si no ha amanecido o lo está haciendo, Avilés es precioso de noche, de día mejor metete en una sidrería. El mar de plásticos de Almería llaman mucho la atención desde el avión, en Granada siempre hay bancos de niebla y te la juegas a que te manden a Almería.

Todos estos placeres, automatismos, manías, trucos hacen que cuando viajas mucho te sientas más cómodo y puedas disfrutar un poco más de los viajes. Creo que a partir de ahora voy a reducir mucho los viajes cortos y el otro día en Almería me daba pena por perderme todos estos momentos, creo que enriquece muchísimo conocer gente diferente, acentos, maneras de trabajar o incluso de putearte, aunque si los conoces sabrás evitarlos o al menos neutralizarlos. Lo de la gastronomía es un punto que me va a costar “desacostumbrarme”

Si que os tengo que confesar que en muchas ocasiones me siento más un maniático del tipo Melvin (Jack Nicholson) en Mejor Imposible que un George Clooney en Up in the Air, pero solo lo haré en persona y si me invitas a ese café que me debes.Por supuesto que en la cafetería en frente de la puerta J52 en la T4, en otra no me vas a encontrar, ponen el mejor café de toda la terminal.

Read it Later!

Llevo un montón de años intentando encontrar la manera de guardar cosas que veo en Internet y que no me da tiempo a leer en el momento que las veo. He usado de todo: tengo una carpeta de “Para Leer” en favoritos del navegador a la que da miedo entrar (ya no lo hago), he usado bookmarks de Delicious, he apuntado en hojas de Excel, notas, documentos Word, todo lo que os podéis imaginar.

Nunca he conseguido que me fueran útiles, siempre me ha dado pereza volver a la carpeta, Delicious no es demasiado intuitivo y me ha dado problemas con alguna versión de navegador y lo de las notas, Excel y Words se pierde con una facilidad asombrosa.

Quizás lo que mejor me funcionara en su día eran las tareas de Outlook, tenía una categoría de lectura que me resultaba fácil de usar, lo malo es que cuando me quería poner no estaba delante del PC del curro, que es donde tengo el Outlook con las tareas. Ahora, además, cuando abro las tareas de Outlook me entra hurticaria, tengo tanto ahí por hacer que prefiero no entrar, las banderillas rojas se me clavan en el estómago proveocando un ardor horrible.

Descubrí usando el iPad Read it Later, una “aplicación” donde puedes ir guardando las páginas webs de tu interés con ese mismo fin, leerlas cuando tengas tiempo, hasta ahora uso la versión gratuita que lo que te ofrece son pequeños scripts que desde aplicaciones de iPad o incluso desde un browser pulsas un botón y se te queda guardada la web para leerla  más tarde en otra aplicación que te bajas en el iPad o en una web (multiplataforma)

Es una genialidad, es el típico servicio que resuelve una necesidad, entiendo que en la versión de pago podrás inlcuso categorizar de alguna manera las páginas que vas guardando para luego ir más al grano, a las categorías que te interesan en ese moemtno, si no es así ya les estoy dando ideas para mejorarlo.

Lo malo es que una vez resuelto la siguiente pregunta es ¿cuándo lo leo?

Tenemos acceso a tanta información, tantos blogs, webs, twitts, etc. que no damos abasto, hay tantas cosas por leer que cuando te pones con las cosas que has guardado muchas quedan incluso desactualizadas…

El otro día leía que hay dos maneras de verlo (no transcribo exactamente, leed la entrada de Bernardo si queréis más información): Unos creen que si el domingo lo dedicas a descansar, a ver la tele y los partidos de por la tarde para relajarte estás perdiendo el tiempo y derrochando tu vida. Otros dicen que hay que disfrutar de la vida, que pensar de esa manera es estar continuamente amargándose a uno mismo y que así es imposible ser feliz, siempre hay algo que no llegas a hacer, retos que no llegas a cumplir.

¿Tú a qué grupo perteneces? Yo cada vez tengo menos ardores el domingo.

Abogada, ¿qué tal has dormido hoy?

Es curioso que después de 365 días de esfuerzo, alegrías, lamentaciones pero sobre todo de trabajo duro acabe el año y todo lfirmao anterior y el resultado final esté condicionado a la firma de un par de folios.

Todavía es más curioso que ésta esté condicionada al estado de humor de una abogada que da el visto bueno o rechaza el par de folios en base a una percepción completamente subjetiva.

Carolina, abogada anónima, espero que hoy te hayas levantado de excelente humor. Irás a la oficina pensando lo poco que queda para las vacaciones de verano, te tomarás el segundo café con tus compañeros que hoy no hablan de fútbol, ayer no hubo Mundial y te sentarás a trabajar, a decidir mi futuro y los de mis compañeros. En tus manos y en tu aprobación está que a unos 50km de tu oficina celebremos un buen resultado, que soltemos nervios y que cerremos de manera brillante y merecida un año de penurias.

Es curioso que seas tan ajena al éxito o fracaso de varias personas que sin tú saberlo dependen de tu estado de ánimo esta mañana.


Letanía


El otro día hablando de retos y hoy martes sintiendo la misma sensación que he tenido los últimos 4 ó 5 años, es como una letanía, el día de la marmota.

Siempre he pensado que se me da bien, realmente bien abrir y desarrollar, pero cerrar es otro cantar, una vez que todo está en marcha tengo que hacer mucho más esfuerzo, me parece más tedioso el momento de finiquitar, aunque creo que no soy el único. La satisfacción te la llevas el día que ganas, otra cosa muy distinta es el día que cierras, ese día ya lo has celebrado todo.

FlecosLa razón es simple, el día que ganas hasta el que te lo comunica está contento de hacerlo, tu solución o propuesta ha sido la elegida, ves el esfuerzo recompensado. A partir de ahí entras en un círculo burocrático horriblemente tedioso. Es cuando entran los abogados, cuando se revisan los términos, cuando se tiene que materializar lo ganado.

A nadie le ilusiona esta parte y al cliente menos, al ser así se le da menos importancia, se aparca y es en esa fase del ciclo de venta donde surgen muchas pegas ajenas a nuestro trabajo “real” pero no menos importantes.

Es curioso pero en las épocas de cierre es cuando menos viajo, se acabaron las visitas, empiezan las conferencias telefónicas y las velas a Santa Rita.

Justo ahora estoy en una de esos segmentos de la rueda, me agobio pensando que no se materializará lo cerrado, que habrá algún problema burocrático que provocará retrasos.

No sé si es solo cultura española, pero siempre terminamos pidiendo tiempo extra el último día, siempre nos faltan horas antes de un examen, acabamos la carrera con la lengua fuera. Y por mucho que te empeñes no hay manera de cambiar esa dinámica, si tú lo consigues ya se encargará el de legal de la empresa de retrasarte, o el que firma de traspapelar el documento. Nos relajamos hasta el último minuto en el que todo se hace a toda prisa y de manera atropellada.

El cierre marca la diferencia, llevarlo a cabo de una manera ágil es crucial para la satisfacción de las dos partes, no generar ruido  cuando sólo se debería festejar y no comprometer divisas adicionales a las ya concedidas en la fase anterior. El sabor de boca que queda tras un cierre eficiente es muy diferente al amargo que se produce tras uno atropellado  que requiere un esfuerzo adicional a la otra parte.

La buena noticia es que esto se acaba, tiene fecha de fin nos guste o no y ya está muy cerca, no me consuela pensar que la suerte está echada, alea jacta est

Reto conseguido, ahora qué?

IMAG0500No me puedo creer estar escribiendo estas líneas. La verdad es que hace unos meses esto me hubiera parecido una broma, una locura. De hecho, hace una semana, unos días, no creía que fuera a acabarla, pero LO HE CONSEGUIDO y no solo LO HE CONSEGUIDO sino que terminé con fuerzas suficientes como para plantearme esprintar los últimos metros. Un meritorio tiempo de 1h03m12s. Como dije un par de días antes de la carrera: “si hago la machada la hago el día de la carrera”

Todo empezó hace unos meses. Quedamos unos amigos a comer en lo que ya empieza a ser la clásica de amigotes y cuando en las copas nos quedamos solos Javi y yo empezamos a dejar que se nos fuera la pelota. No pensamos en el: “por nuestros huevos”, más bien fue un: “¿Qué estamos haciendo con nuestra vida?”

A punto de entrar en los 35, nos preguntábamos qué retos nos estábamos marcando para no seguir haciendo siempre lo mismo, para no dejarnos llevar por lo que nos viene dado, en definitiva buscar nuestro propio destino. Luego en casa, cuando nos preguntaron de qué habíamos hablado seguro que la respuesta de los dos fue un: “pues nada importante, ya sabes, de nada importante”

Tras una discusión con una copita en la mano de una media hora decidimos ponernos nuestro primer reto a corto plazo, correr una carrera popular de 10km. Esto en otro entorno no parecerá tan descabellado, ¿pero Javi y yo? ¡DE LOCOS! Nadie que realmente me conozca ha pensado ni por un segundo que la fuera a acabar, seguro que muy pocos habrán pensado que la fuera siquiera a empezar.

A Javi le conozco desde muy pequeño, digamos que somos amigos de toda la vida, o por lo menos de la que tengo uso de razón. Nunca hemos sido niños gorditos (ahora un poco si) y en el colegio hicimos bastante deporte, incluso cuando acabábamos las clases nos marcábamos nuestras pachanguitas de baloncesto. Pero si preguntas al resto de la clase nosotros éramos más de los de las copas que de los del deporte, en el tema bebercio si que hemos destacado…

Digamos que no es obvio que a Javi y a mi nos de por ponernos a correr una carrera popular a las 35 palos.

Dos meses más tarde nos encontrábamos en “el lugar más sano en el que hemos estado”, frase gloriosa de Mario, otro loco que nos acompañó esa mañana.

Me sentía como un verdadero extraño, quieres parecer todo un experto pero estás más perdido que un pulpo en un garaje. Que si chip por aquí, que si ves a gente corriendo (literal) para calentar, muchas más chicas de las que me esperaba y mucho más guapas de lo que jamás hubiera pensado, que si no te doy agua hasta que acabe la carrera, que si te meas y te das cuenta de que hay una cola peor que la de los baños de las tías en Pachá (recordatorio: la próxima vez mear si o si antes de la carrera), en fin, que la vida fuera de la rutina es compleja.

El ambiente es la leche, mucha gente, muchísima gente, con ganas de correr, todos aplaudiendo, muchos niños y familias, cantidad de corredores en silla de ruedas.

Te vas poniendo en la salida por el tiempo que esperas hacer, sobre todo para ir al ritmo de los que llevan el tuyo. Nosotros, por supuesto, nos pusimos al final, bueno, como al medio del final y cuando suena el pistoletazo de salida te das cuenta de que no puedes empezar a correr hasta pasado un buen rato, hasta pasado el arco de salida, la gente que te rodea no te deja (unas 8000 personas), estás como a las entradas de un concierto, ¿has tenido esa sensación de andar hacia donde anda la masa sin ningún control sobre tu cuerpo?, te dejas llevar. Pasados más de 2 minutos empieza la carrera de verdad.

Gracias a Dios me di cuenta que Javi y Mario estaban más preparados que yo, iban a un ritmo que creo no podría haber aguantado toda la carrera y este fue uno de mis aciertos, les dije que fueran a su ritmo y me quedé solo con mi música: Born to Run (Bruce Springsteen) Corriendo solo creo que disfruté más, me pude fijar más en los detalles, no tenía que estar pendiente ni preocupado por nadie y viceversa.

Bajar corriendo por la Calle Alcalá hacia la Puerta con el mismo nombre es toda una experiencia, ya eran las 9 de la mañana y en junio es día abierto, aún así la luz a esa hora es especial, los edificios siguen pintados de dorado. Girar en Castellana y correr por el lateral, ir reconociendo lo que te rodea pero de otra manera, estás corriendo por la mismísima calle. Es especial hasta saltarte los semáforos en rojo.

En la Castellana pasas la mitad de carrera, el km5, yo hasta ese momento hice, sin saberlo, mi segunda cosa buena, seguir a una pareja que tenían el ritmo que necesitaba y al mismo tiempo darme cuenta de que un tipo con gorra detrás mío seguía el mío, esta motivación fue una de las razones por las que acabé la carrera.

En este punto reparten agua a los corredores, todos se paran a por botellas, muchos se paran a beber, yo cogí una botella y en vez de beber (no podía) me la fui echando por encima de la cabeza, refrescándome, ya hacía calor a esa hora.

La única referencia de tiempo que tenía eran los relojes de la calle, los que marcan la hora y la temperatura, me sorprendí varias veces con lo lejos que estaba llegando.

Llegué a Concha Espina, la famosa cuesta desde el Bernabéu hasta Príncipe de Vergara, hasta el Parque Berlín. Aquí para colmo de males se me acabó el disco. Decidí volver a ponerme el mismo, no estaba para buscar otro y sabía que si me paraba o empezaba a andar ya no iba a seguir, además el tío de la gorra me seguía como una sombra y no quería librarme de él, así que Born to Run de nuevo y a subir la empinada pendiente, que curiosamente no se me hizo tan horrible como todos me habían dicho.

Ya en Príncipe de Vergara me di cuenta de que no estaba mal del todo, aquí más o menos ves el km7 y eso te da alas, ya sólo quedan 3 para la meta y la mayoría de éstos cuesta abajo. Aunque fue cuando me di cuenta de que el pie izquierdo se me había dormido completamente. Una vez más decidí seguir corriendo, me sentía con fuerzas y a pesar de los leves pinchazos de la planta quería acabar la carrera.

La gente de las aceras realmente te empuja, las frases de aliento de la policía que corta el tráfico, el resto de corredores que canta, grita, aplaude te anima a seguir peleando.

En el km8 adelanto a un amigo de la sierra, a Iván, que había salido un poco antes que yo, esto me anima mucho, él sé que se ha preparado mucho mejor que yo y es de los que hacían más deporte que copas en el cole ;-)

En el 9 me siento con fuerzas de subir el ritmo y aquí cometo mi mayor y creo que único error, empiezo demasiado pronto y en la cuesta de Goya, a 200m de entrar en meta paso un verdadero calvario, me dan ganas de ponerme a andar, de parar a beber agua, de incluso tirarme en el suelo a respirar, he forzado tanto que me suben las pulsaciones y jadeo más que respiro, ya no es un tema de piernas, es un problema de respiración, se me acelera el corazón. Lo que me salva, la buena noticia es que se ve la meta y mucha gente andando, pero mucha más corriendo ilusionada, creo que he dejado atrás a mi amigo de la gorra y saco fuerzas de algún sitio para acabar levantando los brazos. LO HE CONSEGUIDO, no me lo termino de creer, pero LO HE CONSEGUIDO y en 1h03m30s (que después serán 18s menos en la web oficial)

Entrar en meta, haber conseguido la machada, nuestro reto es una experiencia rara, no es una sensación de alegría porque andaba medio mareado, tampoco lo podía celebrar con nadie, no vi ni a mi nuevo amigo de la gorra y suspiraba por agua, aunque te invade una satisfacción parecida a la de cerrar un contrato difícil que llevas tiempo peleando, consigues una de tus metas, alcanzas ese reto y la vida te cambia, aunque sea un poquito te cambia, seguro.

Creo que lo que más me ayudó a acabar fue lo mismo que me empujó hace 4 años a dejar de fumar definitivamente: el miedo al fracaso, el miedo a tener que dar la razón a todas esas personas que me habían dicho o habían pensado que no lo conseguiría.

Un rato más tarde pensé que ahora pertenecía al grupo de las personas que han corrido, al menos, 10km seguidos y es curioso pero es una verdadera satisfacción para mi. He alcanzado un reto que “pocas” personas llevan a cabo, a pesar de que esa mañana había más de 8000 personas en Goya.

Javi, ¿ahora qué hacemos? Esto ya no puede parar. GRACIAS

A esas horas

No se escucha nada en el aeropuerto, sólo el traqueteo de los cajones de plástico en el control de seguridad. Esos instrumentos infernales que nos obligan a cargar a pares por viajar con portátil. Si te toca delante una señora de las que sabes que pitan seguro, llevan colgado al cuello un par de kilos de metales de diferentes aleaciones, sueltas los dos cajones en la cinta con dolor de brazos, deseando que el pitido aleatorio no te toque a ti, que no te obliguen a desatarte los zapatos de cordones que las últimas veinte veces no han pitado.

IMG_2052 A esas horas la gente no habla, son viajes individuales, solitarios y si no lo son, si te acompaña algún compañero, te ves con él en la puerta de embarque. No hay que perder ni un minuto del preciado descanso nocturno, se apura hasta el final. También porque a esas horas no apetece hablar, ni escuchar, apetece pensar, apetece preparar el día o las ideas para la reunión al final del viaje o pensar en el sueño del despegue, cuando el avión tira de ti hacia atrás pegándote contra el asiento, apoyas mejor la cabeza, cuando apagan las luces de la cabina.

Es una sensación rara coger el coche a esas horas, no hay ruido en las calles, apenas hay coches, en la radio no hay locutores y los que hay intentan despertarte a toda costa, cambias de emisora, a una de esas que no te gritan, que te ponen una cinta o te repiten el programa de hace unas horas. No hay atascos, siempre llegas mucho antes de lo que esperabas, los que te rodean van con un rumbo fijo, como autómatas con el mismo destino, luego no se acordarán de cómo han llegado al parking, ni de la plaza en la que han dejado el coche aparcado.

Si en vez de conducir como un robot coges un taxi rezas todo lo que sabes para que no te moleste el conductor, para que lleve poco más tiempo despierto y prefiera no hablar, que esa sensación también le invada y no te intente dar conversación, incluso que te deje en ese duerme-vela hasta el fin de la carrera. Rezas con todo tu ser porque el taxista no lleve toda la noche trabajando y te envuelva ese olor a rancio, a cerrado, aunque los hay que lo traen de casa, impregnado en la chaqueta de lana, en los pantalones de pana.

A esas horas no hay retrasos en el aeropuerto y cuando los hay son tan mínimos que el piloto acelerando un poco llega a tiempo a su destino. Las pocas veces que se cancela el vuelo, por niebla, por nieve…, nunca porque falte el avión, ha dormido en la misma ciudad que tú, no nos quejamos, no gritamos, no nos desesperamos, incluso se alegran de atrasar a otro día la reunión, la visita, se te abre un día libre, sin agenda, sin reuniones, sin tiempo para hacer todo lo que tienes pendiente. Nos miramos unos a otros con cara de resignación, con pinta de tenerlo todo controlado.

Si haces unos cuantos “a estas horas” en una semana llegas al viernes derrengado y sin arraigo a nada más que a la terminal del aeropuerto, a esa rubia que pone el mejor café de la T4 a la que tú conoces y a la que tú le suenas. Te conoces de memoria la revista del avión, no le prestas ni la menor atención. Te suenan las caras, tengo la teoría de que siempre somos más o menos los mismos invariables entre la gran multitud.

A estas horas, cuando a casi todo el mundo le parece que es media tarde y para ti noche bien avanzada, llevas ya más de 13 horas despierto, no te quedan fuerzas, aún así toca preparar la reunión de la siguiente visita, del siguiente viaje que con un poco de mala suerte te toca al día siguiente y la vida se repite.

El día del padre es San Valentín

Paula y SandraHoy es el día del Padre, San José, 19 de marzo y fiesta en muchas CCAA en España, entre ellas Madrid, por fin un festivo en Madrid tras invierno más duro que recuerdo, en muchos sentidos.

En mi caso es el día del padre de dos niñas de 4 y casi 2 años de las que estoy enamorado. Podría ser San Valentín en vez de San José. Aunque ha amanecido un día regular, ya este año no nos extraña, estoy encantado de la vida.

Paula no me pudo hacer regalo por la operación, se lo dejó en el cole muy a su pesar y al mío, aunque esta mañana me ha sorprendido con 2 sobres, de los que le gustan hacer a ella con su nombre y unos dibujos que parecen castillos, o niños, o vete a saber qué, lo que se le haya pasado por la cabeza en ese momento.

Sandra sí traía su regalito de la guardería, una especie de marquito con su foto hecho con pinzas y pintado de colores chillones, un regalo muy gracioso, de esos que si no lo rompe ella antes lo tendremos de recuerdo de por vida.

Es curioso cuando te hacen regalos tus hijos, les hace tanta ilusión hacerte el regalo que no pueden aguantar los días antes sin decirte que están preparando una sorpresa para acto seguido contarte pistas que te revelan con total seguridad lo que te van a dar unos días más tarde. A mi se me cae la baba, de hecho, cuando me di cuenta que Paula no podría darme el regalo del día de padre me invadió la tristeza, lo digo en serio, me dio muchísima pena.

También es gracioso ver cómo cuando te dan el regalo te observan muy curiosamente, miran cómo lo abres, qué cara pones y sonríen con vergüenza cuando les das las gracias para, acto seguido, quitártelo de las manos y quedárselo ellas, le han dedicado tanto tiempo y cariño, se sienten tan orgullosos del presente que deciden quedárselo como regalo propio. Luego se lo quitaremos y lo pondremos en alto para que no lo rompan, ya sabéis que la memoria de los niños y el interés por algo concreto es efímero.

Hasta hace unas semanas, quizás un par de meses las niñas no jugaban entre ellas, pero uno de los regalos más espectaculares que me han hecho esta mañana es esta hora de tranquilidad, se han ido al cuarto y se han puesto a jugar las dos con sus juguetes, se las escucha haciendo comiditas en la cocina de juguete, vistiendo y torturando a los “nenes” y las “nenas”, pintando con los rotus, están graciosísimas y me emociona verlas jugando ellas solas.

La verdad es que Paula, la de 4, manda y Sandra, la de casi 2, obedece con pasión, idolatra a la hermana, la imita en todo lo que hace, cómo se viste, cómo se peina, cómo mueve su pelo, cómo canta, es como su modelo a seguir, aunque desde los primeros días son completamente diferentes. Una de las cosas que más me emociona es oír a Sandra reírse de las travesuras que le hace su hermana mayor, es una risa tan real, tan auténtica, tan inocente…

Lo de que jueguen las dos solas y te dejen unas horas (exagerando) de tranquilidad puede sonar muy egoísta y lo es, pero por otro lado te das cuenta, con mucho orgullo, que las dos salen adelante, que crecen, que se hacen personitas y que se quieren. Y además me dejan escribir unas líneas en este blog tan olvidado, repasar fotos, leer otros blogs y disfrutar de un día del padre lluvioso.

Lo dicho hoy para mi es San Valentín.

Mantequerías Arias

Capture Mi tío Tino está escribiendo a sus nietos (Candela y Andrés) la historia de las Mantequerías Arias. La verdad es que me ha gustado mucho la idea y me encantaría que no sólo se quedara en la familia, sino que la pudiera compartir con el resto del mundo.

Si le echáis un vistazo espero que os guste, se irá subiendo al blog en diferentes entregas.

Si encuentro fotos de aquel momento las iré subiendo junto con las entregas.

http://mantequeriasarias.wordpress.com

Quita el bozal al perro, que toca apretar


Tras la decepción del lunes hemos seguido con una semana complicada: mucho madrugón con viaje, aunque siempre en buena compañía, reuniones duras y sin demasiado éxito, por lo menos a corto plazo y mucho, mucho trabajo.

Tras la tempestad viene la calma y siempre los frutos del trabajo duro, del esfuerzo. Pensar así es la única forma que tengo de conseguir levantarme el lunes con ganas y empezar otra vez la semana. El fin de semana a pensar en otra cosa para no tirar la toalla el jueves, ganar fuerzas.

Hasta que no vendes y no tienes una cuota todo esto no se entiende, no se ve mas allá de las comidas, los viajes, los premios y los buenos resultados. Así lo veía yo antes de pasarme a ventas, mucho señorito en ventas, ¿no?

Tengo compañeros que son verdaderos profesionales de esto, verdaderos artistas delante de un cliente y con un saber estar envidiable. También éstos han pasado rachas de “depresión profunda”, esta es una de ellas, hay que resguardarse. Pero si ya has conseguido esto es más fácil que te respeten, hay que sembrar siempre para, en  momentos como el actual, no sufrir demasiado.

La economía en España y por tanto todas o casi todas las empresas están pasando un importante bache. Pero esto hay que superarlo, sólo falta esperar con paciencia, capear el temporal, hacer un esfuerzo para que no se rompan ciertas relaciones, mantener la satisfacción de nuestros clientes, partners y colegas y después seguir adelante fortalecidos.

thumbnailEn estos baches aflora lo mejor, pero sobre todo lo peor de cada uno, conoces en profundidad a la gente que te rodea. Campean a sus anchas los indeseables, los que tienen pocos escrúpulos. A muchos de estos les dan rienda suelta, los dueños sueltan a los perros, a las alimañas a hacer el trabajo sucio, el trabajo sin escrúpulos. Estos son a los que hay que ganar, pero sin que se den cuenta o te intentarán pegar la rabia.

La semana que viene mejoramos el estado de ánimo. Es una promesa.

Decepción


De vez en cuando pasan estas cosas, te llevas una tremenda decepción con la gente.

Tengo mucha suerte de trabajar en el sector en el que lo hago, con empresas de diferentes provincias y además repartidas por toda España, no llevo una zona determinada de España. Lo habitual es que el trato que recibo de mis clientes es exquisito y eso apenas lo encuentras en empresas similares en la capital. Yo lo achaco al ritmo que llevamos todos en Madrid y las grandes ciudades, los atascos, la idea de que el tiempo que tenemos es muy limitado y no lo podemos perder, ni el nuestro ni el de los demás. Muchas veces por esta razón y seguro que por muchas otras perdemos las formas, las buenas maneras y finalmente hacemos que otros pierdan su preciado tiempo.

La pena es que jilipollas hay en todos lados, eso lo sabemos todos y no lo podemos evitar, ni en Madrid, ni en Barcelona ni en otras ciudades, pueblos, bares, etc. En cualquier lugar nos podemos encontrar con un espécimen de este tipo, que piensa que su tiempo es mucho más importante que el del resto, que no se paran a escuchar con ese aire de superioridad que les caracteriza y con prejuicios adquiridos que no cambiarán.

No sé de qué me extraño, hace tiempo que lo esperaba, lo intentaba evitar, tienes esa sensación de que algo va a ir mal, evitas ciertas llamadas, te cuestas más hacerlas esas que otras y finalmente sucede, se rompe el tarro.

El otro día tuve una de esas reuniones tensas, imperativas en un único sentido y sin demasiadas explicaciones o éstas infundadas. De las personas que había en la sala sólo una pierde la clase, el saber estar, el resto juegan su papel con mayor o menos gusto, intentan suavizar la situación para que el resto se sientan lo más cómodos dentro del mal ambiente que estas reuniones provocan. Esta primera persona de la que hablo acorta los tiempos de una reunión tensa y la cierra sin más poniendo sus requisitos unilaterales y sin aparentemente importarle las consecuencias. Lo peor de todo esto es que pienso que las empresas, para lo bueno y lo malo, las hacen las personas y las personas hacen la imagen de las empresas.

Ante esta situación lo que te pide el cuerpo es ponerte a su altura, mantener la postura y romper la baraja, pero esta vez de manera bilateral. Pero no, no vamos a dar excusas para tensar la cuerda todavía más, para dar a nadie de qué hablar, o por lo menos de manera negativa, ¿o si?

El resto del viaje fue muy positivo, tuve tiempo de hablar con mi jefa de una manera diferente, de compartir con ella la situación actual y ver posibles salidas, posibles proyectos que a medio plazo seguro que nos ayudan, se nota que mi jefa es de una provincia, ¿eh? Te dedica tu tiempo, te escucha e impulsa tus ideas, las apoya y las empuja.

Por lo demás, es un poco complicado empezar una semana así, con un viaje muy temprano, madrugón y reunión tensa, pero con una sensación de tranquilidad al final del día, sabiendo que tu jefe te apoya y confía en tu trabajo y opinión. Esto da fuerzas para seguir empujando.

Cambia el ritmo del blog, aunque no quiero dejar de publicar fotos. No sé si tiene demasiado sentido compartir sentimientos y cierta parte de mi día a día, el tiempo lo dirá. Siempre he sido pro-diario y éste lo tengo un poco dejado, se lo debo a mi conciencia.