Unos meses ya con los 37, qué número más feo

Lo primero que me viene a la cabeza cuando pienso en los 37 es indiferencia, vaya número más feo, no? 37. También, por primera vez, pienso que se acercan a toda velocidad los 40 y que las cosas están cambiando, me hago “mayor”

Lo de la indiferencia no es que sea malo en este tema concreto, el de la edad. Me siento bien, no me preocupan los años ni cumplirlos aunque cada vez que nos corremos una juerga paso los días siguientes cansado e incluso deprimido, el alcohol es un gran depresivo y hace que le de mil vueltas a la cabeza y eso seguro que antes no me pasaba, ¡qué va!  Lo malo de verdad es que siento indiferencia ante muchas otras cosas, la crisis económica me está afectando mucho más de lo que parece y por mucho que nos intenten convencer de que lo que no mata engorda y te hace más fuerte está siendo una época en mi vida complicada, muy complicada.

En el trabajo, si antes costaba cerrar una operación unos meses ahora estos plazos se multiplican además de reducirse mucho el número de oportunidades, la misma indiferencia que sufro yo me temo que la sufren también mis clientes, mis partners y mis compañeros, al equipo al que tengo que pedir que ilusionen a nuestros clientes y que se ilusionen con su trabajo, que se diviertan trabajando conmigo más que con otros.

Además las normas han cambiado, en las empresas en muchos casos, están triunfando personas sin escrúpulos y en muchos casos es a ellos a los que me tengo que enfrentar al cerrar. El “todo vale” poniendo de excusa la crisis, los recortes y las presiones internas está en auge. Lo que no saben estas personas es que la crisis se acaba y la etiqueta que te pones en un mes tardas años en quitártelas ¿Realmente quieres que te recuerden así? A la mayoría de ellos no les importa, nunca les remordió lo que opinen de ellos, ¡qué felices son!

Después de cumplir los 37 hace ya unos meses, quitando esos momentos de cansancio puntual por el “exceso” de horas de trabajo o por el curro de las niñas o por estar haciendo más ejercicio que antes, me encuentro feliz, fuerte y con muchas ganas de hacer cada vez más cosas diferentes. El verano, el descanso del coco, me ha sentado mejor de lo que pensaba, me ha ayudado a vencer parte de esa indiferencia y a ilusionarme de nuevo en el día a día del trabajo.

Físicamente me encuentro mejor incluso que hace unos años, supongo que por haber hecho mucho más ejercicio estos meses, por estar más activo, aunque me da pena no haber empezado antes para ahora estar más en forma y poder hacer más cosas.

Lo de hacer más cosas, o más bien querer hacerlas me genera todo un “problema”, tengo ansiedad por no hacerlas, tengo una sensación horrible de pérdida de tiempo y de que los trenes pasan por el andén pero no los coges y no por no llegar, los ves pasar. Es como si tuviera 90 años y me quedara muy poco tiempo para hacer cosas, muchas de las que me quedan pendientes. Tengo ganas de leer y leer, de escribir, de andar, de viajar, de descubrir sitios y gente nueva, de hacer fotos, de compartir esas fotos, de hacer deporte antes de que no pueda y al mismo no quiero dejar de lado el conseguir retos en el trabajo, evolucionar como profesional y sobre todo, por encima de todo pasar tiempo con la familia, sobre todo con las niñas y con mis amigos.

No me quiero perder la evolución de las niñas y ser parte de esa evolución, que me recuerden como un padre cercano, que estaba allí pero con ellas, no en un lado viendo como crecen mientras miras una pantalla de ordenador. De hecho debería estar disfrutando de ellas en vez de estar escribiendo esta entrada en el blog: ansiedad!

Creo que todo se resume a mi problema fundamental, el de toda la vida, no sé priorizar y si priorizo no consigo poner los planes en marcha.

¿Tienes tu también esa sensación?¿Compartes mis inquietudes?¿O te dejas llevar? Seguro que si es así eres más feliz que yo