Letanía


El otro día hablando de retos y hoy martes sintiendo la misma sensación que he tenido los últimos 4 ó 5 años, es como una letanía, el día de la marmota.

Siempre he pensado que se me da bien, realmente bien abrir y desarrollar, pero cerrar es otro cantar, una vez que todo está en marcha tengo que hacer mucho más esfuerzo, me parece más tedioso el momento de finiquitar, aunque creo que no soy el único. La satisfacción te la llevas el día que ganas, otra cosa muy distinta es el día que cierras, ese día ya lo has celebrado todo.

FlecosLa razón es simple, el día que ganas hasta el que te lo comunica está contento de hacerlo, tu solución o propuesta ha sido la elegida, ves el esfuerzo recompensado. A partir de ahí entras en un círculo burocrático horriblemente tedioso. Es cuando entran los abogados, cuando se revisan los términos, cuando se tiene que materializar lo ganado.

A nadie le ilusiona esta parte y al cliente menos, al ser así se le da menos importancia, se aparca y es en esa fase del ciclo de venta donde surgen muchas pegas ajenas a nuestro trabajo “real” pero no menos importantes.

Es curioso pero en las épocas de cierre es cuando menos viajo, se acabaron las visitas, empiezan las conferencias telefónicas y las velas a Santa Rita.

Justo ahora estoy en una de esos segmentos de la rueda, me agobio pensando que no se materializará lo cerrado, que habrá algún problema burocrático que provocará retrasos.

No sé si es solo cultura española, pero siempre terminamos pidiendo tiempo extra el último día, siempre nos faltan horas antes de un examen, acabamos la carrera con la lengua fuera. Y por mucho que te empeñes no hay manera de cambiar esa dinámica, si tú lo consigues ya se encargará el de legal de la empresa de retrasarte, o el que firma de traspapelar el documento. Nos relajamos hasta el último minuto en el que todo se hace a toda prisa y de manera atropellada.

El cierre marca la diferencia, llevarlo a cabo de una manera ágil es crucial para la satisfacción de las dos partes, no generar ruido  cuando sólo se debería festejar y no comprometer divisas adicionales a las ya concedidas en la fase anterior. El sabor de boca que queda tras un cierre eficiente es muy diferente al amargo que se produce tras uno atropellado  que requiere un esfuerzo adicional a la otra parte.

La buena noticia es que esto se acaba, tiene fecha de fin nos guste o no y ya está muy cerca, no me consuela pensar que la suerte está echada, alea jacta est

Reto conseguido, ahora qué?

IMAG0500No me puedo creer estar escribiendo estas líneas. La verdad es que hace unos meses esto me hubiera parecido una broma, una locura. De hecho, hace una semana, unos días, no creía que fuera a acabarla, pero LO HE CONSEGUIDO y no solo LO HE CONSEGUIDO sino que terminé con fuerzas suficientes como para plantearme esprintar los últimos metros. Un meritorio tiempo de 1h03m12s. Como dije un par de días antes de la carrera: “si hago la machada la hago el día de la carrera”

Todo empezó hace unos meses. Quedamos unos amigos a comer en lo que ya empieza a ser la clásica de amigotes y cuando en las copas nos quedamos solos Javi y yo empezamos a dejar que se nos fuera la pelota. No pensamos en el: “por nuestros huevos”, más bien fue un: “¿Qué estamos haciendo con nuestra vida?”

A punto de entrar en los 35, nos preguntábamos qué retos nos estábamos marcando para no seguir haciendo siempre lo mismo, para no dejarnos llevar por lo que nos viene dado, en definitiva buscar nuestro propio destino. Luego en casa, cuando nos preguntaron de qué habíamos hablado seguro que la respuesta de los dos fue un: “pues nada importante, ya sabes, de nada importante”

Tras una discusión con una copita en la mano de una media hora decidimos ponernos nuestro primer reto a corto plazo, correr una carrera popular de 10km. Esto en otro entorno no parecerá tan descabellado, ¿pero Javi y yo? ¡DE LOCOS! Nadie que realmente me conozca ha pensado ni por un segundo que la fuera a acabar, seguro que muy pocos habrán pensado que la fuera siquiera a empezar.

A Javi le conozco desde muy pequeño, digamos que somos amigos de toda la vida, o por lo menos de la que tengo uso de razón. Nunca hemos sido niños gorditos (ahora un poco si) y en el colegio hicimos bastante deporte, incluso cuando acabábamos las clases nos marcábamos nuestras pachanguitas de baloncesto. Pero si preguntas al resto de la clase nosotros éramos más de los de las copas que de los del deporte, en el tema bebercio si que hemos destacado…

Digamos que no es obvio que a Javi y a mi nos de por ponernos a correr una carrera popular a las 35 palos.

Dos meses más tarde nos encontrábamos en “el lugar más sano en el que hemos estado”, frase gloriosa de Mario, otro loco que nos acompañó esa mañana.

Me sentía como un verdadero extraño, quieres parecer todo un experto pero estás más perdido que un pulpo en un garaje. Que si chip por aquí, que si ves a gente corriendo (literal) para calentar, muchas más chicas de las que me esperaba y mucho más guapas de lo que jamás hubiera pensado, que si no te doy agua hasta que acabe la carrera, que si te meas y te das cuenta de que hay una cola peor que la de los baños de las tías en Pachá (recordatorio: la próxima vez mear si o si antes de la carrera), en fin, que la vida fuera de la rutina es compleja.

El ambiente es la leche, mucha gente, muchísima gente, con ganas de correr, todos aplaudiendo, muchos niños y familias, cantidad de corredores en silla de ruedas.

Te vas poniendo en la salida por el tiempo que esperas hacer, sobre todo para ir al ritmo de los que llevan el tuyo. Nosotros, por supuesto, nos pusimos al final, bueno, como al medio del final y cuando suena el pistoletazo de salida te das cuenta de que no puedes empezar a correr hasta pasado un buen rato, hasta pasado el arco de salida, la gente que te rodea no te deja (unas 8000 personas), estás como a las entradas de un concierto, ¿has tenido esa sensación de andar hacia donde anda la masa sin ningún control sobre tu cuerpo?, te dejas llevar. Pasados más de 2 minutos empieza la carrera de verdad.

Gracias a Dios me di cuenta que Javi y Mario estaban más preparados que yo, iban a un ritmo que creo no podría haber aguantado toda la carrera y este fue uno de mis aciertos, les dije que fueran a su ritmo y me quedé solo con mi música: Born to Run (Bruce Springsteen) Corriendo solo creo que disfruté más, me pude fijar más en los detalles, no tenía que estar pendiente ni preocupado por nadie y viceversa.

Bajar corriendo por la Calle Alcalá hacia la Puerta con el mismo nombre es toda una experiencia, ya eran las 9 de la mañana y en junio es día abierto, aún así la luz a esa hora es especial, los edificios siguen pintados de dorado. Girar en Castellana y correr por el lateral, ir reconociendo lo que te rodea pero de otra manera, estás corriendo por la mismísima calle. Es especial hasta saltarte los semáforos en rojo.

En la Castellana pasas la mitad de carrera, el km5, yo hasta ese momento hice, sin saberlo, mi segunda cosa buena, seguir a una pareja que tenían el ritmo que necesitaba y al mismo tiempo darme cuenta de que un tipo con gorra detrás mío seguía el mío, esta motivación fue una de las razones por las que acabé la carrera.

En este punto reparten agua a los corredores, todos se paran a por botellas, muchos se paran a beber, yo cogí una botella y en vez de beber (no podía) me la fui echando por encima de la cabeza, refrescándome, ya hacía calor a esa hora.

La única referencia de tiempo que tenía eran los relojes de la calle, los que marcan la hora y la temperatura, me sorprendí varias veces con lo lejos que estaba llegando.

Llegué a Concha Espina, la famosa cuesta desde el Bernabéu hasta Príncipe de Vergara, hasta el Parque Berlín. Aquí para colmo de males se me acabó el disco. Decidí volver a ponerme el mismo, no estaba para buscar otro y sabía que si me paraba o empezaba a andar ya no iba a seguir, además el tío de la gorra me seguía como una sombra y no quería librarme de él, así que Born to Run de nuevo y a subir la empinada pendiente, que curiosamente no se me hizo tan horrible como todos me habían dicho.

Ya en Príncipe de Vergara me di cuenta de que no estaba mal del todo, aquí más o menos ves el km7 y eso te da alas, ya sólo quedan 3 para la meta y la mayoría de éstos cuesta abajo. Aunque fue cuando me di cuenta de que el pie izquierdo se me había dormido completamente. Una vez más decidí seguir corriendo, me sentía con fuerzas y a pesar de los leves pinchazos de la planta quería acabar la carrera.

La gente de las aceras realmente te empuja, las frases de aliento de la policía que corta el tráfico, el resto de corredores que canta, grita, aplaude te anima a seguir peleando.

En el km8 adelanto a un amigo de la sierra, a Iván, que había salido un poco antes que yo, esto me anima mucho, él sé que se ha preparado mucho mejor que yo y es de los que hacían más deporte que copas en el cole ;-)

En el 9 me siento con fuerzas de subir el ritmo y aquí cometo mi mayor y creo que único error, empiezo demasiado pronto y en la cuesta de Goya, a 200m de entrar en meta paso un verdadero calvario, me dan ganas de ponerme a andar, de parar a beber agua, de incluso tirarme en el suelo a respirar, he forzado tanto que me suben las pulsaciones y jadeo más que respiro, ya no es un tema de piernas, es un problema de respiración, se me acelera el corazón. Lo que me salva, la buena noticia es que se ve la meta y mucha gente andando, pero mucha más corriendo ilusionada, creo que he dejado atrás a mi amigo de la gorra y saco fuerzas de algún sitio para acabar levantando los brazos. LO HE CONSEGUIDO, no me lo termino de creer, pero LO HE CONSEGUIDO y en 1h03m30s (que después serán 18s menos en la web oficial)

Entrar en meta, haber conseguido la machada, nuestro reto es una experiencia rara, no es una sensación de alegría porque andaba medio mareado, tampoco lo podía celebrar con nadie, no vi ni a mi nuevo amigo de la gorra y suspiraba por agua, aunque te invade una satisfacción parecida a la de cerrar un contrato difícil que llevas tiempo peleando, consigues una de tus metas, alcanzas ese reto y la vida te cambia, aunque sea un poquito te cambia, seguro.

Creo que lo que más me ayudó a acabar fue lo mismo que me empujó hace 4 años a dejar de fumar definitivamente: el miedo al fracaso, el miedo a tener que dar la razón a todas esas personas que me habían dicho o habían pensado que no lo conseguiría.

Un rato más tarde pensé que ahora pertenecía al grupo de las personas que han corrido, al menos, 10km seguidos y es curioso pero es una verdadera satisfacción para mi. He alcanzado un reto que “pocas” personas llevan a cabo, a pesar de que esa mañana había más de 8000 personas en Goya.

Javi, ¿ahora qué hacemos? Esto ya no puede parar. GRACIAS