Mezcla de Emociones

Estos días tenían que ser de los más felices. Nació Sandra, todo ha ido bien, duerme, come, no llora demasiado... Además estoy en casa más o menos de vacaciones, puedo pasar tiempo con Paula y con Gema.

Pero estoy depre, jodido, llevo unos días que no levanto cabeza.

Mi abuela, que lleva bastante tiempo en una residencia con Alzheimer y en estado avanzado, acaba de ser ingresada en un hospital por una neumonía.

De vez en cuando la visito en la residencia, quizás no todo lo que debiera, pero me paso a verla con mi abuelo y con Paula de cuando en cuando. La verdad es que más que ir a verla a ella voy a sacar a mi abuelo de casa, intentar que esté más feliz, también anda algo depre por la soledad, porque no tiene a su mujer a su lado, porque los nietos no le hacemos todo el caso que se merece y porque tiene 90 años, qué coño.

Nos volvemos egoístas con los años, sobre todo egoístas con el tiempo, con nuestro tiempo. Siempre he dicho que la envidia es el peor pecado capital, no hay nada peor que un envidioso, vive y deja vivir. Ahora me voy dando cuenta de que el egoísmo es otro "pecado" que nos libra de libertad, intenta vencer ese egoísmo de tiempo y verás qué feliz eres.

El jueves, cuando la ingresaron, estuve un rato con toda la familia, mis padres y hermanos. Da gusto juntarse todos y hablar de cualquier cosa. Hace tiempo que no lo hacemos, sí comemos de vez en cuando juntos, pero no es lo mismo. Disfruté el momento.

Lo más importante es que tuve tiempo de estar con mi abuela, a solas los dos. Ahí me derrumbé. No recuerdo la última vez que he llorado, no suelo llorar, no tengo esa necesidad que mucha gente dice que es importante, entiendo que para soltarlo todo, para liberarse, pero esa tarde lloré por todos los años anteriores sin lágrimas.

El verla allí tan frágil, tan pequeña, tan sola me trajo recuerdos de cuando nos cuidaba de pequeños, de lo buena que siempre ha sido con nosotros, de lo que siempre nos ha querido, al fin y al cabo de lo poco egoísta que ha sido con sus nietos, conmigo.

Tuve tiempo de despedirme de ella, está muy grave y lo más probable es que no salga de ésta. Quizás sea hoy, o mañana, o la semana que viene, me da igual, creo que pude despedirme de ella y no tener esa sensación horrible de no haberlo hecho.

Mezcla de emociones, porque no quiero que nos deje, pero prefiero que lo haga, que no sufra, que nos sufran mi madre y mis hermanos y porque sigo siendo un egoísta de mi tiempo.

AbaAba, muchas gracias por tu amor, por el cariño que nos has dado, por tus croquetas, las mejores, por TODO, por no ser egoísta con tu tiempo.

Desde hace ya muchos años no has podido cuidar de nosotros, no has podido estar con tus nietos. Dentro de poco podrás volver a hacerlo.

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Habemus Sandra

Desde el martes sabíamos que el jueves tocaba cesárea, incluso la hora. Como he comentado estos días no es nada romántico, se pierde la emoción de que te llamen en cualquier momento (la última vez estaba viendo King Kong en el cine), o que te despierten en mitad de la noche para ir corriendo al hospital. Además, como sabes que al día siguiente será el gran día estás más nervioso, sabes que llega el momento.

Al final el resultado es el mismo, con Paula también terminó en una cesárea, pero no programada. Lo cambiante: esta vez me han dejado asistir, de hecho ni me han preguntado, trajeron la bata y los pantalones verdes típicos y para abajo con Gema.

Ha sido una sensación complicada de describir. Como me decía un amigo, creo que nunca se me borrará de la retina, el momento en el que ha salido (o la han sacado) ha sido simplemente genial, tu hija recién nacida luchando por respirar su primera bocanada, por llenar esos pulmoncitos por primera vez, fastidiada de que la saquen de su rinconcito, de lo único que conoce y donde está en la gloria.

La cesárea es una mezcla de nervios, emoción y miedo, mucho miedo. Miras a los médicos a los ojos pensando que puede ir algo mal buscando una mirada rara, ¿porqué le ha susurrado?¿porqué llaman a ese otro que parece que no está al tanto? luego te das cuenta de que están haciendo su trabajo y que hablan, cuchichean como tú harías en el tuyo, nada más.

Lo peor, la espera fuera hasta que le pusieron la epidural y el rato de paranoia por si pasa algo (serán médicos, pero hacen un trabajo parecido al que haría un carnicero o un matarife, impresionante). Pero el momento del primer llanto compensa el miedo, la ansiedad, los nervios, los 9 meses de embarazo y sus antojos y lo que haga falta, lo que te echen.

Es mi hija y por eso no os valdrá el que diga que no es como el resto de los recién nacidos, sino la más guapa del universo.

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