Quita el bozal al perro, que toca apretar


Tras la decepción del lunes hemos seguido con una semana complicada: mucho madrugón con viaje, aunque siempre en buena compañía, reuniones duras y sin demasiado éxito, por lo menos a corto plazo y mucho, mucho trabajo.

Tras la tempestad viene la calma y siempre los frutos del trabajo duro, del esfuerzo. Pensar así es la única forma que tengo de conseguir levantarme el lunes con ganas y empezar otra vez la semana. El fin de semana a pensar en otra cosa para no tirar la toalla el jueves, ganar fuerzas.

Hasta que no vendes y no tienes una cuota todo esto no se entiende, no se ve mas allá de las comidas, los viajes, los premios y los buenos resultados. Así lo veía yo antes de pasarme a ventas, mucho señorito en ventas, ¿no?

Tengo compañeros que son verdaderos profesionales de esto, verdaderos artistas delante de un cliente y con un saber estar envidiable. También éstos han pasado rachas de “depresión profunda”, esta es una de ellas, hay que resguardarse. Pero si ya has conseguido esto es más fácil que te respeten, hay que sembrar siempre para, en  momentos como el actual, no sufrir demasiado.

La economía en España y por tanto todas o casi todas las empresas están pasando un importante bache. Pero esto hay que superarlo, sólo falta esperar con paciencia, capear el temporal, hacer un esfuerzo para que no se rompan ciertas relaciones, mantener la satisfacción de nuestros clientes, partners y colegas y después seguir adelante fortalecidos.

thumbnailEn estos baches aflora lo mejor, pero sobre todo lo peor de cada uno, conoces en profundidad a la gente que te rodea. Campean a sus anchas los indeseables, los que tienen pocos escrúpulos. A muchos de estos les dan rienda suelta, los dueños sueltan a los perros, a las alimañas a hacer el trabajo sucio, el trabajo sin escrúpulos. Estos son a los que hay que ganar, pero sin que se den cuenta o te intentarán pegar la rabia.

La semana que viene mejoramos el estado de ánimo. Es una promesa.

Decepción


De vez en cuando pasan estas cosas, te llevas una tremenda decepción con la gente.

Tengo mucha suerte de trabajar en el sector en el que lo hago, con empresas de diferentes provincias y además repartidas por toda España, no llevo una zona determinada de España. Lo habitual es que el trato que recibo de mis clientes es exquisito y eso apenas lo encuentras en empresas similares en la capital. Yo lo achaco al ritmo que llevamos todos en Madrid y las grandes ciudades, los atascos, la idea de que el tiempo que tenemos es muy limitado y no lo podemos perder, ni el nuestro ni el de los demás. Muchas veces por esta razón y seguro que por muchas otras perdemos las formas, las buenas maneras y finalmente hacemos que otros pierdan su preciado tiempo.

La pena es que jilipollas hay en todos lados, eso lo sabemos todos y no lo podemos evitar, ni en Madrid, ni en Barcelona ni en otras ciudades, pueblos, bares, etc. En cualquier lugar nos podemos encontrar con un espécimen de este tipo, que piensa que su tiempo es mucho más importante que el del resto, que no se paran a escuchar con ese aire de superioridad que les caracteriza y con prejuicios adquiridos que no cambiarán.

No sé de qué me extraño, hace tiempo que lo esperaba, lo intentaba evitar, tienes esa sensación de que algo va a ir mal, evitas ciertas llamadas, te cuestas más hacerlas esas que otras y finalmente sucede, se rompe el tarro.

El otro día tuve una de esas reuniones tensas, imperativas en un único sentido y sin demasiadas explicaciones o éstas infundadas. De las personas que había en la sala sólo una pierde la clase, el saber estar, el resto juegan su papel con mayor o menos gusto, intentan suavizar la situación para que el resto se sientan lo más cómodos dentro del mal ambiente que estas reuniones provocan. Esta primera persona de la que hablo acorta los tiempos de una reunión tensa y la cierra sin más poniendo sus requisitos unilaterales y sin aparentemente importarle las consecuencias. Lo peor de todo esto es que pienso que las empresas, para lo bueno y lo malo, las hacen las personas y las personas hacen la imagen de las empresas.

Ante esta situación lo que te pide el cuerpo es ponerte a su altura, mantener la postura y romper la baraja, pero esta vez de manera bilateral. Pero no, no vamos a dar excusas para tensar la cuerda todavía más, para dar a nadie de qué hablar, o por lo menos de manera negativa, ¿o si?

El resto del viaje fue muy positivo, tuve tiempo de hablar con mi jefa de una manera diferente, de compartir con ella la situación actual y ver posibles salidas, posibles proyectos que a medio plazo seguro que nos ayudan, se nota que mi jefa es de una provincia, ¿eh? Te dedica tu tiempo, te escucha e impulsa tus ideas, las apoya y las empuja.

Por lo demás, es un poco complicado empezar una semana así, con un viaje muy temprano, madrugón y reunión tensa, pero con una sensación de tranquilidad al final del día, sabiendo que tu jefe te apoya y confía en tu trabajo y opinión. Esto da fuerzas para seguir empujando.

Cambia el ritmo del blog, aunque no quiero dejar de publicar fotos. No sé si tiene demasiado sentido compartir sentimientos y cierta parte de mi día a día, el tiempo lo dirá. Siempre he sido pro-diario y éste lo tengo un poco dejado, se lo debo a mi conciencia.