Decepción


De vez en cuando pasan estas cosas, te llevas una tremenda decepción con la gente.

Tengo mucha suerte de trabajar en el sector en el que lo hago, con empresas de diferentes provincias y además repartidas por toda España, no llevo una zona determinada de España. Lo habitual es que el trato que recibo de mis clientes es exquisito y eso apenas lo encuentras en empresas similares en la capital. Yo lo achaco al ritmo que llevamos todos en Madrid y las grandes ciudades, los atascos, la idea de que el tiempo que tenemos es muy limitado y no lo podemos perder, ni el nuestro ni el de los demás. Muchas veces por esta razón y seguro que por muchas otras perdemos las formas, las buenas maneras y finalmente hacemos que otros pierdan su preciado tiempo.

La pena es que jilipollas hay en todos lados, eso lo sabemos todos y no lo podemos evitar, ni en Madrid, ni en Barcelona ni en otras ciudades, pueblos, bares, etc. En cualquier lugar nos podemos encontrar con un espécimen de este tipo, que piensa que su tiempo es mucho más importante que el del resto, que no se paran a escuchar con ese aire de superioridad que les caracteriza y con prejuicios adquiridos que no cambiarán.

No sé de qué me extraño, hace tiempo que lo esperaba, lo intentaba evitar, tienes esa sensación de que algo va a ir mal, evitas ciertas llamadas, te cuestas más hacerlas esas que otras y finalmente sucede, se rompe el tarro.

El otro día tuve una de esas reuniones tensas, imperativas en un único sentido y sin demasiadas explicaciones o éstas infundadas. De las personas que había en la sala sólo una pierde la clase, el saber estar, el resto juegan su papel con mayor o menos gusto, intentan suavizar la situación para que el resto se sientan lo más cómodos dentro del mal ambiente que estas reuniones provocan. Esta primera persona de la que hablo acorta los tiempos de una reunión tensa y la cierra sin más poniendo sus requisitos unilaterales y sin aparentemente importarle las consecuencias. Lo peor de todo esto es que pienso que las empresas, para lo bueno y lo malo, las hacen las personas y las personas hacen la imagen de las empresas.

Ante esta situación lo que te pide el cuerpo es ponerte a su altura, mantener la postura y romper la baraja, pero esta vez de manera bilateral. Pero no, no vamos a dar excusas para tensar la cuerda todavía más, para dar a nadie de qué hablar, o por lo menos de manera negativa, ¿o si?

El resto del viaje fue muy positivo, tuve tiempo de hablar con mi jefa de una manera diferente, de compartir con ella la situación actual y ver posibles salidas, posibles proyectos que a medio plazo seguro que nos ayudan, se nota que mi jefa es de una provincia, ¿eh? Te dedica tu tiempo, te escucha e impulsa tus ideas, las apoya y las empuja.

Por lo demás, es un poco complicado empezar una semana así, con un viaje muy temprano, madrugón y reunión tensa, pero con una sensación de tranquilidad al final del día, sabiendo que tu jefe te apoya y confía en tu trabajo y opinión. Esto da fuerzas para seguir empujando.

Cambia el ritmo del blog, aunque no quiero dejar de publicar fotos. No sé si tiene demasiado sentido compartir sentimientos y cierta parte de mi día a día, el tiempo lo dirá. Siempre he sido pro-diario y éste lo tengo un poco dejado, se lo debo a mi conciencia.

1 comentarios:

Paquito dijo...

Si te sirve de consuelo, también hay gilipollas en el extranjero :-))

Pero, eso sí: aquí sí que puedes responder...

Por eso me fui: para poder responder :-))

Un abrazote,

Paquito.