El otro día por fin conseguí entender lo que era trabajar como comercial en una empresa con menor nombre que la mía. Uno de mis clientes más importantes, aquel en el que intento poner toda mi atención, aquel donde más cuesta vender pero si lo consigues afianzas, aquel jodido de verdad me dijo que mi producto era mejor que el de la competencia, ofrecía mejor soporte, era más interesante para la estrategia de su propia empresay que la decisión estabas casi tomada, al comité de dirección "les gusta" más el otro, si le gusta más, mola más.
Pocas veces me había pasado, todavía no consigo entender este tipo de decisiones, aunque no me queda más remedio que aceptarlas.
Con mi producto mi sponsor se la juega, con el otro, más adelante, incluso podrá entonar el "Ya os lo dije" y ponerse una medalla: Estoy perdido, ¿no? Ya os lo diré en un par de semanas.
Lo que sí me he dado cuenta es que muchas veces mi venta se basa en eso, en mi posición dominante o "cool" de la situación y a partir de ahora juro que intentaré dar mayor valor añadido, procurar no vender sólo desde una posición de poder, necesito resaltar mis puntos fuertes.
Por lo menos así haré que el comercial de las otras empresas no se encuentre tan frustado como yo lo estoy en estos momentos. Entonces: si ganamos, nos lo merecemos, si perdemos lo hemos luchado e intentado.
Ganar sin competir me hace débil, perder sin competir me frustra.
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